
Sebastian Rubio
Gerente Comercial de Patrimore.
20 de noviembre de 2025

El EBITDA es uno de los conceptos financieros más utilizados para evaluar la rentabilidad operativa de una empresa. A pesar de su popularidad, también es una de las métricas más debatidas por analistas e inversionistas, debido a su capacidad para mostrar una imagen “más limpia” del desempeño… o para ocultar problemas reales. En este artículo revisaremos su definición, cómo se calcula, para qué sirve, su historia y las principales críticas que recibe.
El EBITDA corresponde al beneficio antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización. Su objetivo es mostrar cuánto dinero genera una empresa a partir de sus operaciones principales, sin considerar decisiones financieras, efectos tributarios o gastos no monetarios.
A diferencia del ingreso neto, el EBITDA excluye:
Aunque no es una métrica reconocida por los principios contables GAAP, su uso se ha expandido ampliamente porque permite comparar de forma más directa la rentabilidad operativa entre empresas y sectores.
Sin embargo, esta facilidad también es la razón por la que algunos inversionistas (incluido Warren Buffett) critican su utilización, ya que puede exagerar la rentabilidad al ignorar costos reales.
Es una medida de la rentabilidad operativa antes de efectos financieros, fiscales y contables.
Se calcula sumando intereses, impuestos, depreciación y amortización al ingreso neto.
Puede ser útil para comparar desempeño entre compañías o industrias.
También puede ser engañoso si se usa sin considerar el costo de los activos o el nivel de endeudamiento de una empresa.
La SEC obliga a las empresas que lo reportan a reconciliarlo con el ingreso neto.
Existen dos formas comunes de calcularlo:
1. Fórmula desde el ingreso neto
EBITDA = Ingresos netos + Impuestos + Gastos por intereses + D&A
2. Fórmula desde los ingresos operativos
EBITDA = Ingresos operativos + D&A
dónde:
D&A= Depreciación y amortización
Los datos necesarios se pueden obtener del estado de resultados y de las notas financieras, o del estado de flujo de efectivo (especialmente la depreciación y amortización).
El EBITDA puede ser útil para:
1. Comparar la rentabilidad subyacente
Al eliminar efectos de financiamiento y depreciación, permite evaluar la capacidad operativa de una empresa sin distorsiones.
2. Valorar empresas
Se usa frecuentemente junto con indicadores como el EV/EBITDA, uno de los múltiplos más usados en valoración.
3. Analizar industrias intensivas en activos
Sectores como telecomunicaciones, petróleo, manufactura o energía tienen altos costos no monetarios, donde el EBITDA puede facilitar comparaciones.
4. Evaluar startups tecnológicas
La amortización relacionada con software o propiedad intelectual puede distorsionar su rentabilidad inicial, por lo que algunas usan EBITDA para mostrar desempeño operativo temprano.
El EBITDA fue creado en los años 70 por John Malone, presidente de Liberty Media, quien lo utilizó para convencer a prestamistas de que su estrategia de crecimiento apalancado era viable.
Con el tiempo, se transformó en una métrica clave en las adquisiciones apalancadas (LBO), ya que ayudaba a analizar si una empresa podía pagar su deuda futura.
Durante los años 2000 ganó mayor notoriedad en la burbuja “puntocom”, donde fue usado (a veces de forma abusiva) para justificar valoraciones infladas.
Hoy sigue siendo popular, pero con un mayor escrutinio regulatorio, especialmente después de casos como el IPO de WeWork, donde se presentaron versiones exageradamente ajustadas del EBITDA.
Aunque el EBITDA puede ser útil, tiene limitaciones importantes:
1. Ignora los costos de los activos
No considera la depreciación y amortización, que son costos reales en empresas intensivas en capital. Esto puede generar una falsa sensación de rentabilidad.
2. Puede manipularse
Dado que no es GAAP, cada empresa puede calcularlo de forma distinta. Por esto, algunos analistas consideran que las cifras pueden ser “demasiado bonitas”.
3. Valorizaciones opacas
Al usar múltiplos basados en EBITDA en vez de utilidades netas, algunos analistas obtienen valoraciones artificialmente altas.
Un ejemplo famoso es Sprint Nextel (2006), donde la acción cotizaba a 7,3 veces su EBITDA esperado, pero a más de 20 veces sus beneficios operativos reales.
Esto llevó a inversionistas como Daniel Loeb a advertir sobre el uso excesivo de métricas ajustadas.
El flujo de caja operativo es generalmente una métrica más precisa para medir la generación de efectivo, porque sí considera:
El EBITDA no refleja efectivo real, por lo que puede pasar por alto señales de alerta, como problemas de cobranza.
Depende de la industria.
Sin embargo, se suele considerar saludable cuando:
El EBITA excluye amortización, pero sí incluye depreciación.
El EBITDA, en cambio, excluye ambos, por lo que es más usado en empresas con grandes inversiones en activos físicos.
No, el beneficio bruto considera solo ingresos menos costos de bienes vendidos (COGS).
El EBITDA refleja el desempeño operativo excluyendo impuestos, intereses y gastos no monetarios.
El EBITDA es una métrica poderosa para entender la rentabilidad operativa de una empresa, siempre que se interprete con cautela.
Es útil para comparar compañías, analizar sectores y valorar negocios; sin embargo, puede ocultar costos reales, generar valoraciones confusas y dar señales engañosas si se usa de forma aislada.
Para inversionistas individuales, el EBITDA es una herramienta valiosa, pero nunca debería ser la única.
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